Desde la pluma.

Estamos en un mundo lleno de tecnología y la mercadotecnia nos invade en el día a día: desde la mañana, los nuevos implementos tecnológicos conviven y nos mueven, ya sea el despertador del teléfono inteligente, el reproductor de música que nos acompaña al salir a hacer ejercicio o la tableta desde la que vemos las noticias. Todo este mundo cibernético utiliza software. Y pocas veces nos preguntamos quién lo hizo o qué procedencia tiene.

Lo interesante, es que el 90% de ese software le pertenece a alguien que no solamente lucra a diario con nosotros sino que además, lo único que hace es darnos oportunidad de tenerlo instalado en nuestro equipo sin que ese software sea nuestro. A ese software, se le llama Software Privativo. Marcas como Apple, Microsoft o Adobe, nos rentan sus programas y en el momento que se les ocurre que es tiempo de seguir lucrando, actualizan y generalmente vuelven a cobrar por sus soluciones que amarran nuestros equipos eternamente a estas marcas.

¿Qué opciones tenemos, entonces? Existe algo llamado Software Libre. Tiene la misma funcionalidad y genera los mismos productos terminados que cualquier Software Privativo que conocemos.

Blender es el mejor ejemplo que tenemos y utilizamos dentro de la universidad: una poderosa herramienta para crear 3D, efectos especiales, edición de video y mucho más, equivalente a costosos programas pero con la certeza de que nunca nos cobrarán por él y siempre tendremos una licencia libre.

Te invito a que conozcas más sobre el Software Libre en:

http://es.wikipedia.org/wiki/Software_libre

Pensamiento sobre el Software libre.

Una breve reflexión sobre Software Libre. Piensen en todas las cosas de uso común con las que conviven día a día. Algunas tienen propietario (puede ser la banca de un parque y será el Ayuntamiento el orgulloso dueño) y otras simplemente se quedan perdidas o arrumbadas en una esquina si nadie le ha encontrado un uso específico. Pero nadie les niega ni la propiedad o el que haya sido inventado por un encumbrado ser de bien. El punto es, que las cosas están ahí y se utilizan de manera frecuente.
Pero lo que es un hecho, es que nadie les irá cobrando todo el tiempo por el uso repetido y contínuo. Es más, ni siquiera se les estará recordando que no es de ustedes.
Probablemente y siguiendo el ejemplo de la banca del parque, el mismo Ayuntamiento podría pedir ayuda un domingo para pintar y embellecer el parque donde viven las felices bancas…

Si pensamos en el Software libre para utilizarlo, para entenderlo, para mejorarlo y para distribuirlo, seguramente entenderemos mejor a la sociedad donde vivimos y le daremos un respeto mayor a las cosas que nos rodean.